¿Cómo podemos saber el camino?

Cuando el Señor anunció a sus discípulos que iba a volver al Padre, dijo, “Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino”.

El apóstol Tomás dijo, “Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo, pues, podemos saber el camino?”

La respuesta de nuestro Señor a esta pregunta tan importante ha dado seguridad a multitud de interrogantes, e impartirá el mismo conocimiento a cualquiera que actúe en base a ella hoy. Él dijo, “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6).

Considerar seriamente todo lo que la gente llama “el camino” produce confusión. En aturdimiento, uno se pregunta, “¿Cómo puedo conocer el camino? ¿Quién tiene razón? ¿Qué debo creer?”

Existe una genuina satisfacción en oír decir al Señor Jesús, tal como lo hace en este versículo, “¡Yo soy el camino!” “Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más” (Isaías 45:22).

Dos veces se nos advierte que “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte” (Proverbios 14:12; 16:25). Cuán a menudo se oyen las siguientes expresiones: “A mí me parece que si hago lo mejor que puedo, todo saldrá bien”, o “A mí me parece que el camino es guardar la ley”, o “A mí me parece que la Iglesia es el camino”, o “¡A mí me parece que el camino es hacer el bien!”

No queda lugar para Cristo en esas "soluciones”. Él es el único que llevó nuestros pecados en su cuerpo en la cruz y murió por ellos. Él resucitó para nuestra justificación. Es el único que puede decir con autoridad divina, “Yo soy el camino”.

Aunque es algo difícil definir la verdad, es una ayuda decir, “La verdad es la realidad, lo contrario a la vanidad y al error”. En Jesucristo tenemos la mismísima personificación de la verdad. Él es la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Él fue “Dios manifestado en carne” (1 Timoteo 3:16). Él ha revelado a Dios fielmente y de manera final.

Él “no debe mentir”, “no mentirá” y “no puede mentir” (Números 23:19; 1 Samuel 15:29; Tito 1:2). Es “imposible que Dios mienta” (Hebreos 6:18). “Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?” (Números 23:19)

Uno puede tener razones para cuestionar, dudar o no creer a los demás, pero no puede suceder así con el Señor Jesús. Como Él es la verdad, Él tiene el derecho de decir, “Créeme”, tal como lo hace en pasajes como Juan 4:21 y 14:11.

Toda persona inconversa está muerta “en delitos y pecados” (Efesios 2:1). ¡Necesita vida divina, espiritual y eterna! El Señor Jesús dice, “Yo soy la vida”. Él no sólo da vida sino que ¡es la vida!

El apóstol Pablo dijo, “Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria” (Colosenses 3:4).

En otra ocasión, Pablo pudo decir, “Cristo vive en mí, y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20). “Este es el verdadero Dios, y la vida eterna” (1 Juan 5:20). Si Jesucristo no es el camino, no hay manera de llegar al cielo. Si no es la verdad, no hay manera de conocer la verdad. Si no es la vida, no hay manera de crecer. ¿Tiene usted a Cristo?

Él dijo, “¡Nadie viene al Padre sino por mí!”

– Tom Olson

(traducido por E.W.)